La socialización es un proceso que introduce a las personas en las normas y costumbres sociales. Este proceso ayuda a los individuos a funcionar bien en la sociedad y, a su vez, ayuda a que la sociedad funcione sin problemas. Los miembros de la familia, los profesores, los líderes religiosos y los compañeros desempeñan un papel en la socialización de una persona.
Este proceso suele producirse en dos etapas: La socialización primaria tiene lugar desde el nacimiento hasta la adolescencia, y la socialización secundaria continúa durante toda la vida. La socialización adulta puede producirse cada vez que las personas se encuentran en circunstancias nuevas, especialmente aquellas en las que interactúan con individuos cuyas normas o costumbres difieren de las suyas.
Durante la socialización, una persona aprende a ser miembro de un grupo, comunidad o sociedad. Este proceso no sólo acostumbra a las personas a los grupos sociales, sino que también hace que dichos grupos se mantengan. Por ejemplo, un nuevo miembro de una hermandad de mujeres se familiariza con las costumbres y tradiciones de una organización griega. Con el paso de los años, el miembro puede aplicar la información que ha aprendido sobre la hermandad cuando se incorporan nuevos miembros, lo que permite al grupo mantener sus tradiciones.
La socialización es fundamental tanto para los individuos como para las sociedades en las que viven. Ilustra lo completamente entrelazados que están los seres humanos y sus mundos sociales. En primer lugar, es a través de la enseñanza de la cultura a los nuevos miembros que una sociedad se perpetúa. Si las nuevas generaciones de una sociedad no aprenden su forma de vida, ésta deja de existir. Para que una sociedad sobreviva, es necesario transmitir lo que caracteriza a una cultura a los que se incorporan a ella. Para que la cultura estadounidense continúe, por ejemplo, los niños de Estados Unidos deben aprender los valores culturales relacionados con la democracia: tienen que aprender las normas del voto, así como la forma de utilizar objetos materiales como las máquinas de votación. Por supuesto, algunos argumentarían que es igual de importante en la cultura estadounidense que las generaciones más jóvenes aprendan la etiqueta de comer en un restaurante o los rituales de las fiestas en los partidos de fútbol. De hecho, hay muchas ideas y objetos que la gente de Estados Unidos enseña a los niños con la esperanza de mantener el modo de vida de la sociedad durante otra generación.
La socialización que recibimos en la infancia tiene un efecto duradero en nuestra capacidad para interactuar con los demás en la sociedad. Explora cuatro de los agentes de socialización más influyentes en la infancia, como la familia, la escuela, los compañeros y los medios de comunicación.
Socialización¿Cómo aprendemos a relacionarnos con otras personas? La socialización es un proceso que dura toda la vida y durante el cual aprendemos las expectativas sociales y cómo interactuar con otras personas. Casi todos los comportamientos que consideramos «naturaleza humana» se aprenden en realidad a través de la socialización. Y es durante la socialización cuando aprendemos a caminar, hablar y alimentarnos, sobre las normas de comportamiento que nos ayudan a encajar en nuestra sociedad, y mucho más. La socialización se produce a lo largo de toda la vida, pero una parte de la socialización más importante tiene lugar en la infancia. Así pues, hablemos de los agentes de socialización más influyentes. Se trata de las personas o grupos responsables de nuestra socialización durante la infancia: la familia, la escuela, los compañeros y los medios de comunicación.
La socialización se refiere al proceso de herencia y difusión de normas, costumbres e ideologías a lo largo de toda la vida que proporciona al individuo las habilidades necesarias para participar en la sociedad. La socialización es un proceso que continúa durante toda la vida del individuo. Algunos científicos sociales afirman que la socialización representa el proceso de aprendizaje a lo largo de la vida y es una influencia central en el comportamiento, las creencias y las acciones tanto de los adultos como de los niños.
George Herbert Mead (1902-1994) desarrolló el concepto de yo como desarrollado con la experiencia social. Dado que la experiencia social es el intercambio de símbolos, las personas encuentran un significado en cada acción, y la búsqueda de significado lleva a las personas a imaginar la intención de los demás desde el punto de vista de los otros. En efecto, los demás son un espejo en el que podemos vernos. Charles Horton Cooley (1902-1983) acuñó el término «el yo del espejo»; la imagen del yo basada en cómo creemos que nos ven los demás. Según Mead, la clave para desarrollar el yo es aprender a adoptar el papel del otro. Con una experiencia social limitada, los niños sólo pueden desarrollar un sentido de identidad a través de la imitación. Los niños aprenden gradualmente a adoptar los papeles de varios otros. El último estadio es el del otro generalizado; las normas y valores culturales generalizados que utilizamos como referencia para evaluar a los demás.