¿qué es la tipificación de género?

Constancia de género

La tipificación de género es el proceso por el cual un niño toma conciencia de su género y, por tanto, se comporta en consecuencia adoptando valores y atributos de los miembros del sexo que identifica como propio[1]. Este proceso es importante para el desarrollo social y de la personalidad de un niño, ya que influye en gran medida en su comprensión del comportamiento social esperado y en sus juicios sociales.

Una vez que es consciente de su identidad de género, el niño empezará a comportarse según los roles de género que normalmente adoptan sus modelos del mismo sexo. Por lo tanto, estas respuestas individuales se interiorizan y funcionan de acuerdo con las normas adecuadas de los roles de género[2]. Las respuestas que los individuos reciben de su grupo social moldearán su identidad – volviéndose más femeninos o masculinos – y, por lo tanto, afectarán a su forma de ver el mundo. Otras facetas del proceso también pueden dar lugar a un desarrollo atípico. Ya sea que un niño desarrolle rasgos compartidos, identidades cruzadas de género o androginia, su decisión comienza con la identificación de un género y los modelos que eligen emular. Los comportamientos que adopten acabarán conformando su conocimiento e identidad de quiénes son y cómo deben comportarse.

Ejemplos de tipificación de género

La tipificación de género es el proceso por el cual un niño toma conciencia de su género y se comporta en consecuencia adoptando los valores y atributos de los miembros del sexo que identifica como propio[1]. Este proceso es importante para el desarrollo social y de la personalidad de un niño porque influye en gran medida en su comprensión del comportamiento social esperado y en sus juicios sociales.

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Una vez que es consciente de su identidad de género, el niño empezará a comportarse según los roles de género que normalmente adoptan sus modelos del mismo sexo. Por lo tanto, estas respuestas individuales se interiorizan y funcionan de acuerdo con las normas adecuadas de los roles de género[2]. Las respuestas que los individuos reciben de su grupo social moldearán su identidad – volviéndose más femeninos o masculinos – y, por lo tanto, afectarán a su forma de ver el mundo. Otras facetas del proceso también pueden dar lugar a un desarrollo atípico. Ya sea que un niño desarrolle rasgos compartidos, identidades cruzadas de género o androginia, su decisión comienza con la identificación de un género y los modelos que elige emular. Los comportamientos que adopten acabarán conformando su conocimiento e identidad de quiénes son y cómo deben comportarse.

Ejemplos de comportamiento de género

Los beneficios frente a los costes de la tipificación de género no están claros: ¿el ajuste es óptimo cuando las personas se identifican y actúan de forma fuertemente sexuada o cuando adoptan características de ambos sexos? Los resultados anteriores son inconsistentes, en parte porque se derivan de diferentes conceptualizaciones de la tipificación de género. Una comprensión integral de las consecuencias de la tipificación de género para la salud mental requiere el reconocimiento de la multidimensionalidad de la tipificación de género y la consideración simultánea de estas dimensiones. Basándonos en trabajos anteriores sobre medidas individuales, planteamos la hipótesis de que el ajuste se asociaría de forma diferencial con los distintos aspectos de la tipificación de género: positivamente con la identidad de género congruente con el sexo y los rasgos de personalidad de tipo masculino, negativamente con las actitudes de género rígidas, y mínimamente con los rasgos de personalidad de tipo femenino y los intereses de actividad de tipo masculino. Se utilizaron modelos de ecuaciones estructurales para poder comprobar todas las asociaciones simultáneamente. Los resultados de una muestra de 401 estudiantes universitarios apoyaron nuestras hipótesis. Tanto para las mujeres como para los hombres, la adaptación se asoció positivamente con la identidad congruente con el género, la instrumentalidad y las actitudes de género flexibles, y se relacionó mínimamente con los intereses de actividad y la expresividad. Estos resultados aclaran los beneficios y los costes para la salud mental de la tipificación de género y destacan la multidimensionalidad de la tipificación de género.

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Tipificación de género y roles de género

La tipificación de género es el proceso por el que un niño toma conciencia de su género y se comporta en consecuencia adoptando los valores y atributos de los miembros del sexo que identifica como propio[1]. Este proceso es importante para el desarrollo social y de la personalidad de un niño porque influye en gran medida en su comprensión del comportamiento social esperado y en sus juicios sociales.

Una vez que es consciente de su identidad de género, el niño empezará a comportarse según los roles de género que normalmente adoptan sus modelos del mismo sexo. Por lo tanto, estas respuestas individuales se interiorizan y funcionan de acuerdo con las normas adecuadas de los roles de género[2]. Las respuestas que los individuos reciben de su grupo social moldearán su identidad – volviéndose más femeninos o masculinos – y, por lo tanto, afectarán a su forma de ver el mundo. Otras facetas del proceso también pueden dar lugar a un desarrollo atípico. Ya sea que un niño desarrolle rasgos compartidos, identidades cruzadas de género o androginia, su decisión comienza con la identificación de un género y los modelos que elige emular. Los comportamientos que adopten acabarán conformando su conocimiento e identidad de quiénes son y cómo deben comportarse.

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